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| Peso | N/D |
|---|---|
| Dimensiones | N/D |
| Formatos | Digital, Papel |
Ecoliberalismo. ¡Hay alternativas al capitalismo!
436 páginas
Si sensual fuere el Liberalismo, pornográfico resulta el Capitalismo: la oferta la medimos en contabilidad parcial; la demanda la condicionamos por subvención; la participación en el mercado la discriminamos según el grupo, fiscalizamos a los actores más que a los actos económicos, retiramos la regulación de un mercado imperfecto, gestionamos lo escaso como abundante y viceversa, pretendemos obtener valor con precio en vez de precio con valor, y calidad con cantidad de dinero en vez de cantidad con calidad. Pero un modelo eficiente, sostenible y solidario, no puede ejecutarse en el derroche, la fiscalidad a las personas, la perversión de la rentabilidad por ocultación y desplazamiento de costes, la contabilidad parcial, ni la confusión entre compartir servicios públicos, con repartir recursos.
Vendemos nuestro voto al ofrecerlo a quien, de entre los que por identificación confiamos, creemos nos va a beneficiar, pero no al que proponga mejorar la sociedad en su conjunto o que nos diga lo que no queremos oír, pues preferimos el derroche, y como siervos, delegamos en penitencia la responsabilidad, a los amos a quienes ofrecimos autoridad. No nos importa tanto tener un sistema sanitario, judicial, contable, educativo, ambiental, fiscal, de seguridad, generalizado, sino en tanto que los nuestros estén cubiertos, y la parte del botín que nos ofrecen.
Un modelo liberal regulado con Contabilidad a Ciclo completo de Transformación (descriptiva y no creativa), fiscalizador de las cosas y no a las personas, socializador por servicio colectivo, y explícito en definición y cuenta, precisa de una globalización y ciudadanía global, y ambas de la legitimación democrática de los cambios, que no estamos dispuestos a asumir pues suponemos nos empobrecen respecto a nuestros lejanos esclavos de otras pieles y lenguas, escondiendo nuestro interés tribal tras banderas y excusas retóricas a nuestra ineficiencia, insostenibilidad e insolidaridad, que nos hace humanos, pero no mejores personas.
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Vendemos nuestro voto al ofrecerlo a quien, de entre los que por identificación confiamos, creemos nos va a beneficiar, pero no al que proponga mejorar la sociedad en su conjunto o que nos diga lo que no queremos oír, pues preferimos el derroche, y como siervos, delegamos en penitencia la responsabilidad, a los amos a quienes ofrecimos autoridad. No nos importa tanto tener un sistema sanitario, judicial, contable, educativo, ambiental, fiscal, de seguridad, generalizado, sino en tanto que los nuestros estén cubiertos, y la parte del botín que nos ofrecen.
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