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| Peso | N/D |
|---|---|
| Dimensiones | N/D |
| Formatos | ePub, Papel |
La lengua y la literatura
288 páginas
«Pasada la tormenta romántica, el desordenado, el incontenible aguacero de imágenes, de adjetivos, de antítesis opulentas, de hipérbatons modosos, de sinónimos matizados, todos hemos vuelto a convenir en que la condición por excelencia de un bello estilo debe ser la sobriedad. Entendámoslo bien, la sobriedad; en modo alguno la pobreza. Decir lo que decir hemos sin hojarasca de palabras inútiles; que nuestra frase, mejor que abundante y opima, sea nítida, lisa, bruñida; que exprese lo que se propone sin todos esos empavesados multicolores que fatigan la vista y ultrajan el ideal de elegante simplicidad que todos nos afanamos por alcanzar. La palabra dice y quiere decir. El autor dice con ella esto o aquello, pero no logrará apoderarse del ritmo íntimo de las cosas sino cuando quiere decir esto o aquello, cuando intenta expresar lo que no se expresa de por sí, cogiendo simplemente las palabras necesarias, sino lo que sólo acierta a expresarse después de mirar muchas palabras al trasluz, a fin de ir descubriendo su significación escondida».
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