Información adicional
Peso | N/D |
---|---|
Dimensiones | N/D |
Formatos | Digital, Papel |
La cultura japonesa reflejada en su lengua
156 páginas
Guillermo de Humboldt, filólogo y gran humanista alemán, llegó a proclamar que una lengua era “el espíritu del pueblo” que la habla. No consideraba sólo que cada lengua expresara o reflejara dicho espíritu popular, sino que “era” la viva encarnación del mismo. Si acogemos esta definición como un feliz hallazgo, de ahí se derivaría que la lengua japonesa es el espíritu del pueblo japonés. Así, si el pueblo japonés es ceremonioso en el trato, eso mismo ocurre con su lengua, donde existen varios niveles de cortesía para decir una misma cosa. Si los japoneses son amantes de la naturaleza desde su infancia, la lengua japonesa tiene numerosas palabras para la lluvia, los vientos, la alternancia de las estaciones climáticas. Si la cultura japonesa convierte muchas actividades en arte –como la ceremonia del té, el arreglo floral, el tiro con arco…– es porque a su vez la lengua japonesa vive en simbiosis permanente con el arte.
Existe un tópico entre nosotros los occidentales, según el cual la lengua japonesa es muy difícil. Y nos resulta difícil al compararla con nuestra propia lengua, que es la que nos parece “normal”. Yo diría que si nos desprendemos de prejuicios, seremos capaces de ver en la lengua japonesa una admirable transparencia y sencillez. Y para aprenderla sólo necesitamos constancia y un ánimo abierto, aunque admito que lo difícil en el idioma japonés es su escritura pero nos puede ayudar mucho a dominar la lengua oral. Federico Lanzaco hoy con su excelente libro nos brinda una condensación preciosa de su larga experiencia de Japón y trato con japoneses. No puede desvelarnos todo lo que dicen, pero sí las claves maestras de acceso a su fascinante mundo.
FERNANDO RODRIGUEZ-IZQUIERDO Y GAVALA, Universidad de Sevilla
Le recomendamos …

Bécquer en Martí y en otros poetas hispanoamericanos finiseculares

Ecoliberalismo. ¡Hay alternativas al capitalismo!

Cartas a Eloísa y otra correspondencia

Dos patrias en el corazón

De Gabo a Mario. La estirpe del boom

Camino de perfección

Actualidad y vigencia del Barroco

Calipso eclipsada. El teatro de Cervantes

Círculo de esta luz. Crítica y poética

Diálogos culturales en la literatura iberoamericana

Amado Nervo y las lectoras del Modernismo

Cuentos, ensayos, teatro y testimonios selectos

Dialogía, parodia y carnaval en Don Quijote de la Mancha

Diálogo y oralidad en la narrativa hispánica moderna

Ciencia y poder en Cuba. Racismo, homofobia, nación (1790-1970)

De Pernambuco a Salamanca

Boom y postboom. Desde el nuevo siglo: impacto y recepción

Catacrack. Pensar después del 15 de mayo

40 años de historia de las Empresas de Participación

Diario íntimo de la revolución española
156 páginas
Guillermo de Humboldt, filólogo y gran humanista alemán, llegó a proclamar que una lengua era “el espíritu del pueblo” que la habla. No consideraba sólo que cada lengua expresara o reflejara dicho espíritu popular, sino que “era” la viva encarnación del mismo. Si acogemos esta definición como un feliz hallazgo, de ahí se derivaría que la lengua japonesa es el espíritu del pueblo japonés. Así, si el pueblo japonés es ceremonioso en el trato, eso mismo ocurre con su lengua, donde existen varios niveles de cortesía para decir una misma cosa. Si los japoneses son amantes de la naturaleza desde su infancia, la lengua japonesa tiene numerosas palabras para la lluvia, los vientos, la alternancia de las estaciones climáticas. Si la cultura japonesa convierte muchas actividades en arte –como la ceremonia del té, el arreglo floral, el tiro con arco…– es porque a su vez la lengua japonesa vive en simbiosis permanente con el arte.
Existe un tópico entre nosotros los occidentales, según el cual la lengua japonesa es muy difícil. Y nos resulta difícil al compararla con nuestra propia lengua, que es la que nos parece “normal”. Yo diría que si nos desprendemos de prejuicios, seremos capaces de ver en la lengua japonesa una admirable transparencia y sencillez. Y para aprenderla sólo necesitamos constancia y un ánimo abierto, aunque admito que lo difícil en el idioma japonés es su escritura pero nos puede ayudar mucho a dominar la lengua oral. Federico Lanzaco hoy con su excelente libro nos brinda una condensación preciosa de su larga experiencia de Japón y trato con japoneses. No puede desvelarnos todo lo que dicen, pero sí las claves maestras de acceso a su fascinante mundo.
FERNANDO RODRIGUEZ-IZQUIERDO Y GAVALA, Universidad de Sevilla
La cultura japonesa reflejada en su lengua
Peso | N/D |
---|---|
Dimensiones | N/D |
Formatos | Digital, Papel |
Le recomendamos …

Chakras. Historia de la Cuba dispersa

Ana María Fagundo. Texto y contexto de su poesía

César Vallejo y la poesía posmoderna

Caballero Bonald y Quiñones: viaje literario por Andalucía

Amado Nervo y las lectoras del Modernismo

Bécquer en Martí y en otros poetas hispanoamericanos finiseculares

Como un motor de avión: Biografía literaria de Enrique Jardiel Poncela

Cuando llegan las musas. Cómo trabajan los grandes maestros de la literatura

Cuba Cronología. Cinco siglos de historia, política y cultura
