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El hombre eterno
314 páginas
Sobre esta obra dice su autor: «En este libro, en el que solo se pretende hacer una crítica popular de falacias populares –que con frecuencia resultan ser falacias muy vulgares–, creo que a veces he dado la impresión de burlarme de la seriedad del trabajo científico. Mi intención fue precisamente la contraria. No pretendo disentir con el científico que explica el elefante, sino con el sofista que lo justifica. Porque el sofista trabaja de cara a la galería, como ocurría en la antigua Grecia. Parece dirigirse al hombre culto cuando en realidad se dirige al ignorante».
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Sobre esta obra dice su autor: «En este libro, en el que solo se pretende hacer una crítica popular de falacias populares –que con frecuencia resultan ser falacias muy vulgares–, creo que a veces he dado la impresión de burlarme de la seriedad del trabajo científico. Mi intención fue precisamente la contraria. No pretendo disentir con el científico que explica el elefante, sino con el sofista que lo justifica. Porque el sofista trabaja de cara a la galería, como ocurría en la antigua Grecia. Parece dirigirse al hombre culto cuando en realidad se dirige al ignorante».
El hombre eterno
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