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| Peso | N/D |
|---|---|
| Dimensiones | N/D |
| Formatos | ePub, Papel |
Así siempre a los tiranos. La caída de la dictadura de Gerardo Machado
Carlos Espinosa Domínguez (compilación)
364 páginas
En mayo de 1925, Gerardo Machado ganó las elecciones con la aprobación de casi todos los partidos políticos y de la mayoría de los cubanos. Al asumir el cargo, declaró que “su mayor gloria sería no aspirar de ninguna manera a la reelección”. En los primeros años, su gestión fue exitosa. Dio un poderoso impulso a la economía y aplicó una política arancelaria para estimular la producción nacional. Regeneró la vida pública y luchó por instaurar el orden y los atisbos de progresos. Impulsó un amplio plan de construcciones, cuya realización más destacada fue la Carretera Central. Pero para 1927, había decidido permanecer en el poder, pues estaba convencido de que era imprescindible. Sobornó al Congreso, que le extendió el cargo por dos años y después acordó revisar la Constitución de 1901 para que pudiese gobernar seis años más sin necesidad de reelección. Intimidó al Poder Judicial y se aseguró el apoyo del Ejército. Machado se reeligió en medio de una fuerte recesión económica mundial, que afectó a Cuba, lo que contribuyó a que aumentara el descontento del pueblo y a que se gestase una creciente oposición política. La respuesta del gobernante fue reprimir, torturar y asesinar a todos los que se resistiesen a sus mandatos. A partir de 1930, las protestas, huelgas y manifestaciones aumentaron considerablemente, con los estudiantes como principales protagonistas. Para 1933, el repudio popular era virulento, lo que coincidió con que la economía se había desplomado. Las relaciones comerciales con EE.UU. habían decaído debido al crack bancario de 1929. La caída del machadato tuvo su inicio en un pequeño litigio laboral. El 23 de julio de 1933, los choferes de los autobuses de La Habana comenzaron una huelga por el aumento de los impuestos municipales, a quienes se sumaron otros sectores y los medios de comunicación dejaron de funcionar. Al gobierno de EE.UU. no le interesaba tener una Cuba envuelta en revueltas, huelgas y manifestaciones. Roosevelt no se sometió a Machado y envió a Cuba a Summer Welles, un diplomático influyente, para que buscase un arreglo pacífico. Pero las soluciones pragmáticas eran imposibles en un país inmerso en una encarnizada contienda política. El 12 de agosto se desplomó un gobierno empeñado en destruir las instituciones democráticas de la República. Welles, con el apoyo del Estado Mayor del Ejército, presentó al dictador un plan para su renuncia. Este se mantenía desafiante y quiso apelar a una rebelión militar, pero la oficialidad rehusó secundarlo. En menos de veinticuatro horas, el régimen machadista se desplomó y la República había cambiado. Una vez que la rebelión popular lo obligó a dimitir y escapar a toda prisa, los periodistas y escritores recuperaron la libertad de expresión. Esta antología está hecha a partir de ese abundante material que durante varios meses llenó las páginas de periódicos y revistas. Al seleccionar los textos, se ha buscado que hubiese un balance adecuado en cuanto a la variedad de géneros periodísticos. Hay editoriales, reportajes, entrevistas, trabajos de opinión. La selección combina lo informativo y lo testimonial, combinado con el análisis y la reflexión. Por otro lado, en lugar de estar distribuidos cronológicamente de acuerdo a la fecha en que se publicaron, esos trabajos aparecen reordenados de modo que siguen una narrativa más coherente.
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