Reseña a «Breve historia de la literatura latinoamericana colonial y moderna»

Humberto López Cruz, de la University of Central Florida, reseña para la revista Hispania el libro de Rolena Adorno y Roberto González EchevarríaBreve historia de la literatura latinoamericana colonial y moderna.

 

Cuando dos reconocidas figuras de los estudios literarios unen sus esfuerzos para desarrollar un proyecto orientado a un beneficio común, es de esperar que el producto satisfaga hasta a los más exigentes críticos. Si a esta observación se le añade que el tema elegido constituye enfrentar aspectos de las letras hispanoamericanas, la empresa se torna aún más intrigante ya que esta es una literatura que demanda, por su heterogeneidad, aproximaciones más agudas pero que a su vez sepan recoger rasgos y apreciaciones que dicha diversidad demanda. Al descubrir que los autores de Breve historia de la literatura latinoamericana colonial y moderna son Rolena Adorno y Roberto González Echevarría, las expectativas de interrogar un pensamiento contemporáneo aumentan e invitan a repasar una época de la rica historia literaria del continente que no pierde actualidad entre los estudiosos.

El libro que ocupa esta recensión está compuesto de dos partes; son secciones muy bien definidas y cada una está a cargo de un autor en particular. En otras palabras, Adorno y González Echevarría son, individualmente, responsables por el acápite escogido. Al mismo tiempo, cabe destacar que estos acercamientos críticos aparecieron por separado, y en inglés, bajo el sello de la Oxford University Press. Ahora es Verbum, en Madrid, quien se anota el acierto de reunir ambas disquisiciones en un mismo volumen, y es sobre esta entrega que irán dirigidas las siguientes apreciaciones.

Es fundamental subrayar que los dos autores parten de sus previos textos; sin embargo, no se suscriben a limitaciones que fueran, con anterioridad, impuestas. De hecho, hay una marcada ampliación de los temas tratados y, como bien indican, han establecido un puente generacional en la figura imprescindible de Andrés Bello para implantar una satisfactoria conexión de etapas y proveer la necesaria cohesión a los lectores de la totalidad del estudio. Por esta razón, sería recomendable que los interesados encararen esta breve historia en su integridad y no en la fragmentación determinada por la autoría. El beneficio sería superior al percibir la entrega holísticamente ya que, de esta forma, la transición entre períodos no resultaría engorrosa y, además, se podrían situar mejor los textos analizados.

Aunque Adorno reconoce el aura controvertida del término colonial, utiliza este adjetivo para agrupar y analizar la presencia literaria, en sus diversas formas, que constituyó la afirmación del individuo en América. La sección del largo ensayo, que paradójicamente se titula breve, abunda en detalles y asertos que intentan iluminar este importante período a la hora de percibir el desarrollo intelectual del continente. La geopolítica de estos primeros siglos de presencia española, y afirmación del idioma español, en la recién nombrada América Latina no pasa inadvertida ante la mirada crítica de alguien que ha venido estudiando, y publicando, con asiduidad sobre estos temas. Espacios geográficos como México y Perú, entre otros no menos transcendentales, no escapan a un escrutinio donde se perfila una presencia europeizante, pero que enfila a un inevitable rompimiento; el Barroco, como complemento, no pasa relegado. El texto observa efectos de no tan solo una independencia política sino a su vez intelectual, que vería poco después lograda la mayor parte de la región.

Aquí recoge González Echevarría el discurso investigativo para disecar, con bisturí crítico, una geografía que pasa de verse como región homogénea a la heterogeneidad, ya mencionada, de las jóvenes repúblicas que la conforman. La presencia de géneros literarios en América, como su incipiente narrativa decimonónica, es algo que pese a haber sido ya tratado por el autor en otras publicaciones, ofrece ahora puntos con la agresividad articulada para prestarse a futuros debates. Una vez más, las transiciones entre movimientos literarios es mesurada y los lectores no sienten las mudanzas interpretativas como fragmentaciones textuales; más bien se acepta la fluidez del ensayo con la naturalidad perseguida por los autores. Las consecuencias del Modernismo, en toda su autenticidad, encuentran su presencia entre las páginas; como colofón, el autor incursiona en las últimas décadas de las letras de la región para comentar sobre el Boom y movimientos como el Crack y MacOndo. Esto acerca el texto a una actualidad literaria y a la posibilidad de futuros análisis con los que ambos autores obsequiarían a sus múltiples lectores.

Es indiscutible que esta entrega conjunta ofrece a estudiantes y estudiosos una herramienta de consulta a la hora de hurgar en la realidad literaria de la región latinoamericana. Estudiantes de posgrado, y profesores que necesiten impartir seminarios que abarquen los períodos comentados, tienen ante sí un documento reforzador que no puede ser pasado por alto; su contenido histórico, literario e intelectual respalda estas palabras. El texto concluye con una breve bibliografía, que, a pesar de circunscribirse a las exigencias del título, podría ampliarse en subsecuentes ediciones. También sería recomendable un índice onomástico que asistiera a los lectores a ubicar nombres, materias y otras clasificaciones de interés dentro de una compilación de esta envergadura. Un último dato a señalar sería el agradecimiento mutuo dispensado a Pío E. Serrano, en Verbum, por su apoyo a esta edición. La editorial, que asumió este proyecto con entusiasmo, ha añadido otro valioso título a su catálogo.

Humberto López Cruz
University of Central Florida
La reseña original:
El libro:
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