Información adicional
| Peso | N/D |
|---|---|
| Dimensiones | N/D |
| Formatos | Digital, Papel |
Palabra de náufrago
78 páginas
Si estás casi muerto, un poema (y toda esa pedriza de revelaciones que alberga) puede volverte casi vivo, vivificándote en grado sumo al rescatarte del dolor o la agonía, instalándote (al menos por unos instantes) entre los senos electrizados de la Esperanza. Para algunos, existen instantes que son eternos y basta un pequeño acontecimiento para que el corazón se les cubra con un manto de realidad que trasciende la cruda realidad que a todos alcanza.
De tal linaje resulta Fernando Gil Villa, poeta maño-salmantino-americano. A su hija América, nacida en México de madre mexicana, dedica este libro auténtico, el más necesario de los que ha escrito y publicado Gil Villa: he aquí, en los casi cincuenta textos, un pliego de testimonios ardiendo en la noche; unas mujeres alumbrando la nebulosa y los clavos de un nómada o náufrago que en ellas tiene su isla o su principal tabla de salvación. Estamos ante un conjunto de poemas que acopia la destilación de estruendos, ruinas e indignaciones, fragmentos de una sociedad desorientada, anclada en la incertidumbre de tantas crisis (económicas, éticas…) que la atenazan. Por ello el escriba anota: “…al regresar me topé / con las vacas flacas / plagas de recortes devastaban / mi país y el infierno me cubría / con su sombra”.
La palabra, el Verbo, y también la dignidad de clamar, a modo de los antiguos profetas, contra la incesante injusticia de chacales o tiburones de nuestra especie. En este aliento social y solidario tiene otra importante tabla de salvación.
Palabras de un náufrago rescatado; tablas de salvación que quedan inscritas para que el alba se quede con él todo el santo día.
Alfredo Pérez Alencart
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En la tierra de los vivientes
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En el réquiem de los ciruelos
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Comedia de las imágenes
78 páginas
Si estás casi muerto, un poema (y toda esa pedriza de revelaciones que alberga) puede volverte casi vivo, vivificándote en grado sumo al rescatarte del dolor o la agonía, instalándote (al menos por unos instantes) entre los senos electrizados de la Esperanza. Para algunos, existen instantes que son eternos y basta un pequeño acontecimiento para que el corazón se les cubra con un manto de realidad que trasciende la cruda realidad que a todos alcanza.
De tal linaje resulta Fernando Gil Villa, poeta maño-salmantino-americano. A su hija América, nacida en México de madre mexicana, dedica este libro auténtico, el más necesario de los que ha escrito y publicado Gil Villa: he aquí, en los casi cincuenta textos, un pliego de testimonios ardiendo en la noche; unas mujeres alumbrando la nebulosa y los clavos de un nómada o náufrago que en ellas tiene su isla o su principal tabla de salvación. Estamos ante un conjunto de poemas que acopia la destilación de estruendos, ruinas e indignaciones, fragmentos de una sociedad desorientada, anclada en la incertidumbre de tantas crisis (económicas, éticas…) que la atenazan. Por ello el escriba anota: “…al regresar me topé / con las vacas flacas / plagas de recortes devastaban / mi país y el infierno me cubría / con su sombra”.
La palabra, el Verbo, y también la dignidad de clamar, a modo de los antiguos profetas, contra la incesante injusticia de chacales o tiburones de nuestra especie. En este aliento social y solidario tiene otra importante tabla de salvación.
Palabras de un náufrago rescatado; tablas de salvación que quedan inscritas para que el alba se quede con él todo el santo día.
Alfredo Pérez Alencart
Palabra de náufrago
| Peso | N/D |
|---|---|
| Dimensiones | N/D |
| Formatos | Digital, Papel |
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