Foto con más de 1000 palabras
Mario Szichman escribe un artículo para el Colegio de periodistas de Lima sobre su obra «La región vacía».
Esta es la imagen de una obsesión. Una obsesión que solo cesó en su acoso cuando pude plasmarla en mi novela La región vacía. “En la foto, un hombre cae de cabeza en una perfecta vertical. Marcia no puede decir si la foto es en blanco y negro o color. Tampoco si el hombre era uno de sus dos hijos”.
Marcia es la protagonista de la novela. Perdió a sus dos hijos el 11 de septiembre de 2001, durante el ataque a las torres gemelas del World Trade Center. Mira la foto durante la visita de un periodista y tampoco sabe decir si el hombre que cae con evidente serenidad hacia la muerte estaba ya muerto.
“Este fotógrafo debe ser un gran artista —dijo Marcia—. Parece que hubiera estado preocupado por la simetría más que por la tragedia”.
En ese momento, apareció Kennedy en la cocina, cortando camino rumbo al estrado. Drew se puso detrás. “Y entonces vi que alguien me apuntaba con un arma corta”, me dijo en una entrevista. Drew había estado en la reserva del ejército, y recordó el consejo de sus instructores: “Cuando alguien te apunte con un arma, arrójate al suelo”. Drew cree que el consejo le salvó la vida.
Los ensayos no están urgidos necesariamente de un protagonista, o de una imagen poderosa. Pero, la novela es diferente. Un protagonista interesante, una imagen perturbadora, ayudan a conquistar lectores. No creo que nada supere la de The Falling Man . Posee, además, una fascinación adicional: se ha convertido en la imagen oculta de ese día aciago, trágicamente inaugural del Siglo XXI.
Si se revisan periódicos y revistas de los días y semanas posteriores al 9/11, podrá verificarse que casi no hay fotos de muertos. En total 2,749 personas se convirtieron en restos orgánicos y desaparecieron en amasijos formados por fibra de vidrio, plomo, papel, algodón, concreto y combustible de aviación. Excepto por The Falling Man , y por algunas fotografías de varias personas lanzándose desde una de las torres incendiadas, hubo gran pudor en exponer cadáveres. Apenas fue exhibida la foto de una mano ensangrentada surgiendo del lodo.
Drew dijo que no pudo ver el cadáver. Pero sí oía el ruido que hacían los cuerpos al estrellarse contra el pavimento y percibía el humor de cuerpos reventados.
En los últimos 40 años, Richard Drew ha sido un laureado fotógrafo de The Associated Press. Como suele ocurrir en mega-redacciones periodísticas, uno se cruza con gente que no saluda o apenas lo hace. Lo vi decenas de veces en la oficina central de la agencia en Nueva York, pero nunca me animé a entablar una conversación con este formidable personaje que ha asentado en Estados Unidos algunas de las imágenes periodísticas más inquietantes de la historia reciente. Hasta que The Falling Man rompió el hielo.
El pensaba escribir un libro nonfiction sobre el 9/11. Nunca fue publicado, aunque el manuscrito tiene más de 300 páginas. En cambio, gracias a la porfiada insistencia de mi editora, la profesora Carmen Virginia Carrillo, la aterradora imagen terminó transformándose en mi novela La región vacía , rebautizada como The Empty Region en la versión en inglés.
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