Información adicional
| Peso | N/D |
|---|---|
| Dimensiones | N/D |
| Formatos | Digital, Papel |
Orígenes de lo eterno y así las cosas
146 páginas
“En este hermoso y enigmático nuevo libro de relatos, Lourdes Vázquez recurre al archivo, a la investigación bibliográfica, a los textos marginales o menores de la literatura y la historia: cartas reencontradas, notas al calce de textos literarios e históricos, al periodismo, al rumor, a la búsqueda genealógica y la leyenda oral, pero no con el fin de recuperar el pasado sino para revelar en él, como propuso en su momento, también de crisis, Walter Benjamin, lo inquietante y fantasmal, lo que queda aún de doloroso e irredento en ese pasado. La escritura y su rastreo de vidas menores, de menciones fugaces y alusiones efímeras, se convierten entonces en otra forma de cercanía y presencia, en una forma de tramitar en nuestro momento de ruina actual nuestras más remotas pérdidas y de acompañarnos, aunque sea temporalmente, en medio de nuestra ruidosa, irredenta y poblada soledad. Escritos con un fino sentido pictórico, los relatos tienden con frecuencia al retrato del paisaje, paisaje que recuerda el Caribe impresionista de Oller y los cuadros andaluces y marinos de Sorolla y nos seduce con su aparente calma y luminosidad mientras nos va sumergiendo en su maraña de traumas, exilios y pérdidas.”
Arnaldo M. Cruz-Malavé, Catedrático, Fordham University, Nueva York
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146 páginas
“En este hermoso y enigmático nuevo libro de relatos, Lourdes Vázquez recurre al archivo, a la investigación bibliográfica, a los textos marginales o menores de la literatura y la historia: cartas reencontradas, notas al calce de textos literarios e históricos, al periodismo, al rumor, a la búsqueda genealógica y la leyenda oral, pero no con el fin de recuperar el pasado sino para revelar en él, como propuso en su momento, también de crisis, Walter Benjamin, lo inquietante y fantasmal, lo que queda aún de doloroso e irredento en ese pasado. La escritura y su rastreo de vidas menores, de menciones fugaces y alusiones efímeras, se convierten entonces en otra forma de cercanía y presencia, en una forma de tramitar en nuestro momento de ruina actual nuestras más remotas pérdidas y de acompañarnos, aunque sea temporalmente, en medio de nuestra ruidosa, irredenta y poblada soledad. Escritos con un fino sentido pictórico, los relatos tienden con frecuencia al retrato del paisaje, paisaje que recuerda el Caribe impresionista de Oller y los cuadros andaluces y marinos de Sorolla y nos seduce con su aparente calma y luminosidad mientras nos va sumergiendo en su maraña de traumas, exilios y pérdidas.”
Arnaldo M. Cruz-Malavé, Catedrático, Fordham University, Nueva York
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