San Agustín, que se llamó en realidad Aurelius Augustinus, nació el 13 de noviembre del 354, en Souk Ahras, Argelia, en la antigua Tagaste romana de Numidia, y se convierte del maniqueísmo al cristianismo en Milán en el año 385. Doctor y Padre de la Iglesia, San Agustín de Hipona, obispo de Hipona, era hijo de pagano romano y cristiana númida. Santa Mónica, su madre, inició a San Agustín en los principios del cristianismo. La habilidad en la oratoria convertiría a San Agustín en orador imperial de Milán, curiosamente rivalizaba en oratoria con el obispo Ambrosio de Milán, figura clave en la conversión al cristianismo de San Agustín. Como obispo escribió una serie de libros considerados fundamento de la fe y de la ortodoxia en la Iglesia católica, por lo que es considerado uno de los cuatro primeros Padres de la Iglesia.

Estudioso de la literatura griega clásica, en Madaura, en la antigua Numidia, cuna de mártires de la iglesia cristiana, se especializó en gramática y retórica, aficionado al teatro y la poesía, era un estudioso de filosofía. Su obra literaria es extensa, sus tratados y epístolas no rehuían la polémica, como los casos del tratado contra los judíos o los escritos contra maniqueos y donatistas. Falleció en el año 430 en Hipona y en la actualidad existen órdenes como La Orden de San Agustín, orden religiosa mendicante, establecida por la Iglesia Católica bajo el pontificado de Inocencio IV en el año 1244, la Orden de Agustinos Recoletos, Orden religiosa, surgida en el siglo XVI presente en muchos países.

En el campo de la política la figura de San Agustín ha servido como inspiración, los agustinitas o el agustinismo político basaban su ideología en la Ciudad de Dios. En el campo de la filosofía, el pensamiento agustiniano dominará toda la filosofía cristiana medieval hasta la aparición de Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII.