Marco Tulio Cicerón​ (Arpino, 106 a. C. - Formia, 43 a. C.) fue un orador, político y filósofo romano. Perteneciente a una familia plebeya, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de famosos oradores y jurisconsultos y, finalizada la guerra civil (82 a.C.), inició su carrera de abogado, convirtiéndose en uno de los más famosos de Roma. Posteriormente se embarcó rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su formación filosófica y política, donde fue discípulo de Fedro y Diodoto y siguió lecciones en la Academia. De regreso a Roma empezó como cuestor en Sicilia en el 76 a.C. Decidido partidario del republicanismo, admitía la necesidad de un hombre fuerte para dotar de estabilidad al Estado, figura que reconoció en Pompeyo, y comenzó una carrera política fulgurante: en un año (66 a.C.) fue elegido edil, y dos años después llegó a cónsul del Senado. Se opuso a la conspiración de Catilina para instaurar una dictadura y sus cuatro discursos (Catilinarias) ante el Senado con el objetivo de conseguir la ejecución de los conspiradores constituyen la muestra más célebre de su brillante oratoria. Esta actuación, sin embargo, le llevó al exilio en el 58 a.C. Regresó a Roma apenas un año y medio más tarde, pero para entonces su carrera política estaba prácticamente acabada.

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