Presentación de «La delirante historia de una familia cualquiera», de Vicente Vinuesa

El músico, profesor y novelista José Vicente Vinuesa presentó este viernes en el Ateneo de Almagro su tercera novela, titulada La delirante historia de una familia cualquiera. «Creo que todas las historias se pueden contar de una manera aburrida, serena o delirante, y en esta ocasión acentúo bastante lo de delirante», explicaba el autor acerca del título de la obra, apuntando también que «lo de cualquiera viene dado porque quería dejar patente la ambigüedad a la hora de elegir protagonistas, esta es una historia de historias de vida».

Vinuesa se apoyó en una presentación digital para hablar de la novela, leyendo brevísimos fragmentos que ayudan a entender una trama que se desarrolla en el Campo de Calatrava fundamentalmente, aunque también en Collioure, la población en la que descansan los restos de Antonio Machado. «La novela es un pequeño homenaje a las madres» según el propio escritor, y cuenta fundamentalmente la historia de Gabriela y su díscolo hijo Quintín, si bien aparecen un buen número de personajes con mayor o menor protagonismo, como Ramiro Ramplón o Elena Pedroche. Vinuesa quiso responder a la pregunta de por qué deberíamos leer esta novela, argumentando que «es una historia que da esperanzas, y todo lo que da esperanzas es necesario».

Pedro Torres, profesor de Literatura jubilado y ex concejal de Cultura del Ayuntamiento de Almagro, acompañó a su amigo José Vicente en la mesa, de cuyas obras dijo que «están llenas de música», explicando que en esta tercera novela «el autor dispone clarísimamente los elementos igual que los dispondría un compositor, presentando en el primer capítulo los temas fundamentales que van luego a crecer juntos, para terminar con una coda significativa, melancólica y evocadora en la que coloca todo en su sitio», opinando que «tiene una estructura muy meditada y creo que narrativamente muy eficaz».  Pero además de destacar la estructura de la novela, Torres puso en valor el lenguaje utilizado manifestando que «está escrita con voluntad de estilo, nos hallamos en las antípodas de lo que podríamos llamar una novela de playa, es una novela para paladares entrenados», y cuya reseña completa podeís leer a contibnuación:

«Buenas noches.

Es un placer volver al Ateneo, la institución privada sin ánimo de lucro que en Almagro más tenazmente y con más acierto trabaja por la cultura. Y lo es por tres razones:

La primera, derivada de la situación actual, la plaga que asuela al mundo desde hace meses y que, además de robar vidas y producir aflicciones sin cuento, ha demolido certezas y alterado comportamientos que parecían inconmovibles. La vuelta a la normalidad, signifique eso lo que signifique, no será fácil; aun así, sabemos con certeza que en ella ha de cobrar notable protagonismo la cultura, incluyendo en palabra tan noble todo el amplísimo conjunto de actividades que algunos, ciegos, consideran superfluas porque no atañen a las necesidades primarias. La cultura, sea de entretenimiento o de rito —por adoptar la distinción que empleaba el otro día Rodríguez Marcos—, es imprescindible alimento del espíritu, hasta tal punto que, si falta, cualquier vida específicamente humana se hace inconcebible. Creo que el Ateneo lo ha entendido así y por eso, con las cautelas obligadas, ha reabierto las puertas decidida y exitosamente. El presidente, la directiva y los socios merecen, en consecuencia, reconocimiento y gratitud. Gracias.

La segunda, porque asistimos a la presentación de un libro literario. La literatura —en la línea de muchos otros afanes culturales— posee una clara vertiente industrial y un valor económico que no es preciso subrayar: de la literatura viven numerosos editores, impresores, distribuidores, libreros… y unos pocos escritores. Hacer visibles a los demás, contribuir a que perseveren en la tarea, apoyar a las pequeñas editoriales y librerías son acciones que posibilitan el mantenimiento, siquiera sea precario, de la bibliodiversidad —tan importante en la cultura como la biodiversidad en la naturaleza— y retrasan el advenimiento de la dictadura unánime y excluyente de los best sellers, buenos o malos, que eso es asunto distinto. Gracias de nuevo al Ateneo por dejar abierta una rendija a lo diverso y minoritario.

La tercera porque el libro es de Vinuesa, amigo, almagreño ya, huésped del Ateneo en la presentación de las anteriores novelas, socio…, o sea, uno de ustedes. Y, además, que en este caso es lo importante, buen escritor, buen lector y buen músico.

A mí me gustaría saber de música más de lo que sé, que, por desgracia, es poco. Si supiera más, entendería mejor y podría exprimir hasta las cascas los libros de Vinuesta. Los libros de Vinuesa, y este muy especialmente, están llenos de música. En ocasiones, de manera obvia: aquí hay nombres de compositores, de intérpretes, de obras, de agrupaciones musicales, de estilos… y hasta una partitura, en la que tal vez debiéramos entretenernos, porque no carece de interés. Pero, sobre todo, la música adquiere en libro una importancia decisiva, aunque menos evidente, cuando impone y determina la estructura de la novela. Si yo entendiera más de música podría decirles a ustedes a qué forma musical —sonata, sinfonía, concierto, poema sinfónico, ópera, suite, pasodoble o bolero— responde el libro. Como no entiendo, no se lo puedo decir. Ahora bien, de lo que sí estoy seguro es de que el autor dispone los elementos igual que los dispondría un compositor: en la obertura, que es el primer capítulo, presenta los temas y avanza las relaciones entre ellos; en los siguientes, los temas se desarrollan, se entrelazan, proliferan, se mezclan en variaciones y diálogos que, de cuando en cuando, pueden parecer selváticos y oscuros —incluso, crípticos para oídos poco entrenados, al modo de la música dodecafónica, por ejemplo—, para estallar al fin en un cierre apoteósico, que no deja cabo suelto, y remansarse luego en una coda muy sugestiva, melancólica y evocadora que algo tiene que ver con la música de Grieg y, en concreto, con el segundo movimiento de Peer Gynt, «La muerte de Åse», cuyas tres notas iniciales han estado presentes desde las primeras páginas, y que ustedes recordarán, aunque sea porque recientemente se han visto transmutadas en marcha procesional de Semana Santa, más o menos famosa.

Lo que llevo dicho acaso pueda extender la sospecha de que la obra es compleja y difícil. Lo es: se trata de un novela que pide atención al lector y le obliga a estar alerta, no solo para seguir el hilo, sino para saborearla en plenitud. Hay que estar atentos a la estructura, más arbórea que lineal, y hay que atender también a la lengua, porque el texto está escrito con lo que podríamos llamar voluntad de estilo, y hasta de lucimiento. Nos hallamos, pues, en las antípodas de una novela de playa; de modo que los lectores superficiales, comodones y rebañegos deben abstenerse de esta novela ardua, trabajada y trabajosa. Por mi parte, con la advertencia cumplo, pero me interesa recordarles así mismo que todo lo que merece la pena en esta vida requiere aplicación, que de lo baladí brotan placeres baladíes que se disuelven pronto en el tedio.

Les he hablado ya de la estructura y del lenguaje, los ingredientes principales de cualquier novela merecedora del nombre. No obstante, quizá alguno de ustedes se esté preguntando por el argumento. El argumento, que no les voy a detallar —en estos tiempos se considera de extremo mal gusto— viene resumido en el título: nos enfrentamos, efectivamente, a una historia delirante. Eso quiere decir que las peripecias de los personajes se mueven en la delgada línea que separa la anodina y previsible realidad cotidiana en la que, gracias a Dios, vive la mayoría de la gente, de la alucinación, la aventura descabellada, o el sino aciago que se ensaña inmisericorde con algunos. Se notan ahí huellas, más o menos tenues, de las lecturas preferidas del autor, que él maneja con soltura. En cuanto a la familia del título, no se trata en verdad de una sola, sino de un pueblo —o de una comarca— enteros. Supongo yo que o bien el autor ha descartado por prolijo un título como Las delirantes historias de unas familias cualesquiera —imperdonable— o bien acepta que, en resumidas cuentas, un pueblo es una familia, que entre todos los habitantes existen vínculos de amor o de odio que algo tienen de familiares.

José Vicente VinuesaY ¿cuál es el pueblo? El pueblo es Almagro; o, mejor dicho, el ámbito de la novela es el Campo de Calatrava: en ella aparecen Almagro y Bolaños, Miguelturra y la Torre Gorda, Pozuelo y la Virgen de los Santos, las Tablas de Daimiel, el cerro de la Yezosa. Están todos ellos, más que descritos o integrados en la narración, simplemente nombrados, evocados y actualizados en la conciencia del lector por la mera magia de los nombres. Algo parecido ocurre con los personajes: puesto que Vinuesa nombra muy bien —lo comprobará enseguida el lector sobrevenido y lo saben perfectamente sus lectores habituales—, los personajes están íntegros y acabados en su certera onomástica. Eso no quiere decir, por supuesto, que vayamos a leer un roman à clef ni mucho menos, aunque a mí no me ha costado excesivo esfuerzo descubrir en determinado personaje principal del relato la máscara de otro que se pasea diariamente por la plaza. Y no me refiero al señuelo de Asterio, claro está.

Por lo demás, historia delirante al fin y al cabo, en el libro quedan múltiples trazas de la sustancia evanescente y caliginosa de los sueños, y puede conducirnos a leyendas tan ilustres como la de los durmientes de Éfeso, que la iglesia católica, antes del aggiornamento del segundo concilio vaticano, veneraba como santos y cuya fiesta caía un día de estos, creo recordar que al siguiente de san Joaquín y santa Ana.

Y nada más, que esto se alarga. Ayer se celebró —es un decir— el Día del Libro; háganse un regalo: compren este; léanlo si quieren, y no saldrán de la lectura ni defraudados ni indemnes.

Muchas gracias.»

 

La delirante historia de una familia cualquiera está publicada por Verbum Editorial, y también será presentada el próximo mes de octubre en la Feria del Libro de Madrid. José Antonio Prieto, presidente del Ateneo de Almagro, se mostró muy feliz de tener a «dos compañeros ateneístas» en esta presentación cuya fecha inicial prevista de celebración en abril debió aplazarse con motivo de la pandemia, y recordó que «presentar un libro en el Ateneo es presentar el alma del Ateneo».

 

La reseña original:

https://www.lanzadigital.com/cultura/jose-vicente-vinuesa-presenta-en-sociedad-su-tercera-novela/amp/

 

El libro:

 

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