El poeta George Sterling (1869-1926) es uno de los grandes desheredados del acervo literario norteamericano. Pese a la reputación indiscutible de la que goza su poesía en la última década del siglo XIX, su reconocimiento como escritor comienza a diluirse a partir de su muerte. No obstante, su carisma logrará pervivir en el tiempo, no solo por su estilo de vida bohemio, sino por su dominio exquisito de una palabra poética capaz de capturar aquellas inquietudes metafísicas que le perseguirían durante toda su vida: el poder de destrucción que el paso del tiempo ejerce sobre aspectos cruciales en el devenir del artista, como la belleza, la fama y la juventud; el culto al suicidio como forma de escapar de una vida convencional; y la crítica reflexión sobre la eterna obsesión humana por descifrar los entresijos del universo. Aunque nacido en Sag Harbor, en la costa este del país, Sterling desarrollaría la mayor parte de su vida en San Francisco y, más concretamente, en Carmel, donde fundaría una auténtica colonia de artistas de la talla de Jack London, Ambrose Bierce o Theodore Dreiser. Estos y muchos otros literatos de renombre no dudarían en llamarlo el Rey Bohemio (King of Bohemia), un sobrenombre que revela una personalidad que se deleita con la combinación de formas de pensar y vivir inconexas: si su estilo de vida muestra las adictivas tendencias del autor a la forma de hedonismo más libertino, a través del alcohol, las drogas y la promiscuidad, su poesía se convierte en un espacio en el que dar forma al desasosiego crónico que lo caracteriza. Así lo manifiestan las composiciones recogidas en esta primera edición crítica de la poesía de Sterling en español, una serie de fragmentos de cuidada delicadeza lírica que, además de constituir la primera aproximación del autor al tratamiento poético de la incertidumbre cósmica del hombre, exhiben la angustia de una frustrada búsqueda de la belleza artística más absoluta.

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