Hans Christian Andersen (Odense, 1805 - Copenhague, 1875) nació en el seno de una familia humilde y vivió una dura infancia por su peculiar aspecto, que le granjearon las burlas de sus compañeros. En 1816, después de la muerte de su padre, se trasladó a la capital danesa, donde probó suerte como cantante, bailarín y actor y pasó a ser tutelado por el director del Teatro Nacional, Jonas Collin, quien le financió sus estudios en la ciudad de Slagelse. Fue allí donde se centró en su carrera literaria, que adquirió una gran importancia principalmente gracias a sus cuentos, que recopilaban leyendas populares a las que aportó una personalidad propia gracias a su coloquialidad, emotividad y mensaje didáctico. Entre sus relatos se encuentran algunos tan famosos como “La sirenita”, “El traje nuevo del emperador”, “Pulgarcita”, “El soldadito de plomo” o “El patito feo”, este último de carácter autobiográfico.

También publicó crónicas de sus viajes por el mundo, como Libro de estampas sin estampas; obras teatrales, como El mulato; novelas, como El improvisador y la autobiografía que aquí presentamos.

Los últimos años de su existencia los pasó con la familia de Moritz Melchior, un comerciante judío con el que residió hasta su muerte.

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