Miguel Catalán, autor de «Mentira y poder político» en Infolibre

Ángel Munarríz realiza un articulo en Infolibre sobre la ética de la política, en el que entrevista a Miguel Catalán, autor de «Mentira y poder político».

Extraemos del articulo aparecido, la entrevista a Miguel Catalán:

5. ENGAÑAR Y DEJARSE ENGAÑAR

«Son buenas aquellas mentiras cuya intención y consecuencias resultan beneficiosas», señala Miguel Catalán, profesor de Ética e Ideas Políticas de la Universidad CEU Cardenal Herrera, para quien entonces la mentira sí es «justificable». Pero se ciñe a ejemplos claramente delimitados, como la ocultación de un encuentro diplomático para proteger una negociación de paz. «Estos casos son sumamente minoritarios y casi estadísticamente despreciables», señala. En cambio, el gobernante utiliza la cobertura de este tipo de casos para mentir a su criterio. «En la práctica política del día a día, los privilegios del poder son tan grandes y variados que los gobernantes que aducen esta motivación en abstracto lo hacen casi siempre para encubrir sus propios intereses concretos, personales o de partido», afirma el autor de Mentira y poder político.

Nada nuevo, señala Catalán. «Las clases dominantes llevan engañando a las dominadas desde hace 5.000 años. Han legitimado y siguen legitimando por medio de sus juristas, teólogos, filósofos, intelectuales o economistas adeptos la enorme injusticia social que rige la historia desde el nacimiento del Estado, y les han hecho ver que su situación de pobreza y sometimiento es no sólo natural, sino justa, necesaria, querida por Dios o inevitable. La cantinela ‘O nosotros o el caos’ que oímos a Rajoy ya se encuentra en las inscripciones de las primeras dinastías faraónicas», explica. Lo «sorprendente», añade, no es que el poder engañe, sino cómo «las cases dominadas se dejan engañar o, incluso, piden ser engañadas», incluso teniendo al alcance de la mano elementos de juicio suficientes para desmontar el engaño. «La desaparición del concepto ‘clase baja’ o ‘clase trabajadora’ es un ejemplo. Ahora ya no hay ‘clase baja’, sino ‘clases medias'», afirma.

Es más, Catalán cree que «el público» no da tanta importancia a la mentira del político como a la del, digamos, particular. Y pone ejemplos: «A Bill Clinton no le supuso ningún coste decir que de pequeño había visto incendiar iglesias negras en Arkansas, aunque ningún templo de feligreses negros haya ardido nunca en el Estado de Arkansas. Ni a Nicolás Sarkozy asegurar que él votó a favor de la jubilación a los 60 años, cuando en aquella época, mayo de 1982, aún le faltaban cinco años para ser diputado. Reagan afirmó que él había contribuido a rescatar a víctimas de los campos de concentración nazis, y luego se supo que en aquella época estaba en Hollywood. Pero ganó de calle las siguientes elecciones. Así que la falsa heroicidad autobiográfica que ha desacreditado a particulares como Alicia Esteve o Enric Marco, víctimas fingidas del 11-S o del campo de concentración de Flossenbürg, no produce mayor efecto en la carrera de los presidentes de las potencias mundiales». Ahí está la paradoja, continúa el profesor. Una vez obtenida la confianza del votante por parte del candidato, el gobernante la traiciona sin mayor coste, porque de hecho «la sinceridad siempre fue juzgada un síntoma de impericia o ingenuidad del tribuno que lo incapacitaba para el mando».

Es en parte el pueblo, afirma Catalán, el que permite que siga viva la máxima monárquica: Qui nescit dissimulare, nescit regnare. Quien no sabe disimular, no sabe reinar.

 

El artículo original:

https://www.infolibre.es/noticias/politica/2018/03/30/hay_mentiras_justificadas_politica_79019_1012.HTML

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