Información adicional
| Peso | 0,206 g |
|---|---|
| Dimensiones | 21 × 0,4 × 21 mm |
| Formatos | Digital, Papel |
El baile del embustero
252 páginas
A decir verdad, nadie parecía haber asesinado al embustero; aunque era un hecho consumado —a tenor de lo visto—, que estaba muerto. Su hijo, la viuda y algún amigo —en una rara escala de compromisos ambiguos— fueron los únicos que trataron de averiguar más acerca del trágico e inexplicable suceso. Pero lo que más sorprendió a todos fueron las eliminaciones selectivas en las que estuvo directamente involucrado el muerto, como hacedor principal. “Si llego a saberlo jamás me habría alejado de él”, diría Rafaela —su viuda—, arrepentida por haberlo ninguneado. “No te creas nada, es una farsa”, señaló un viejo enemigo del embustero. ¿Qué había sucedido realmente?, ¿y qué interés podían tener sus allegados sino descubrir al sutil albedrío? Mucho antes, el difunto ya lo advirtió a sus íntimos: “Es una entelequia. Me figuro las cosas de otra manera; como si todo estuviera en un cuadro donde se me permite alterar algún detalle. ¿Ves esa escena? No puedo cambiar ni el principio ni el fin ni el con quién, pero sí el cómo. Es una composición maltrecha; voy a desbaratarla para ver qué sale luego…, y desde allí para siempre. Empecemos”.
Le recomendamos …
Aventuras del soldado desconocido cubano
Amor de madre
El agua de la muerte
Detrás de las colinas
Cuentos, ensayos, teatro y testimonios selectos
El opositor y la fe de Solón
Cumbres borrascosas
Cuentos eróticos árabes antiguos
Clamor de las altas tierras
El amor y otras vías de escape
Caldeirão
Confesiones
Dime quién fui
Callejones de Arbat
El oscuro oleaje de los días
El inmortal
Cuando mueren los delfines
Cecilia Valdés o la Loma del Ángel
El baile de los delfines
Artapatis, el persa
252 páginas
A decir verdad, nadie parecía haber asesinado al embustero; aunque era un hecho consumado —a tenor de lo visto—, que estaba muerto. Su hijo, la viuda y algún amigo —en una rara escala de compromisos ambiguos— fueron los únicos que trataron de averiguar más acerca del trágico e inexplicable suceso. Pero lo que más sorprendió a todos fueron las eliminaciones selectivas en las que estuvo directamente involucrado el muerto, como hacedor principal. “Si llego a saberlo jamás me habría alejado de él”, diría Rafaela —su viuda—, arrepentida por haberlo ninguneado. “No te creas nada, es una farsa”, señaló un viejo enemigo del embustero. ¿Qué había sucedido realmente?, ¿y qué interés podían tener sus allegados sino descubrir al sutil albedrío? Mucho antes, el difunto ya lo advirtió a sus íntimos: “Es una entelequia. Me figuro las cosas de otra manera; como si todo estuviera en un cuadro donde se me permite alterar algún detalle. ¿Ves esa escena? No puedo cambiar ni el principio ni el fin ni el con quién, pero sí el cómo. Es una composición maltrecha; voy a desbaratarla para ver qué sale luego…, y desde allí para siempre. Empecemos”.
El baile del embustero
| Peso | 0,206 g |
|---|---|
| Dimensiones | 21 × 0,4 × 21 mm |
| Formatos | Digital, Papel |
Le recomendamos …
Adiós, primos
Artapatis, el persa
Cecilia Valdés o la Loma del Ángel
Cuéntame un gol. Cuentos de fútbol
Cumbres borrascosas
Cocina cómica
De conventos, cárceles y castillos
Demonios en el armario
Confesiones







