Jesús G. Maestro, «La filosofía de los poetas»

Tropelías, la revista de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada reseña, de la pluma de Alejandro Solla Alonso, la obra del profesor Jesús G. Maestro; «La filosofía de los poetas».

 

Para cada pregunta que se nos plantea, hay una respuesta. En la primera página de La filosofía de los poetas, se nos responde a una cuestión sobre la que se han hecho correr ríos de tinta. Desde Platón y Aristóteles hasta los autores de la posmodernidad, se ha intentado responder, sin demasiado éxito, a la eterna pregunta: «¿Qué es la poesía?» Ante una pregunta, una respuesta: «La poesía es la filosofía en verso […] es un desafío a la inteligencia humana, como lo es, de hecho, toda obra de arte» (pág. 10). Maestro advierte en las páginas iniciales que un poeta que escribe de espaldas a la Filosofía no crea más que un artificio retórico, una suerte de trampantojo, que engaña a todo aquel que no sabe ver más allá de lo puramente superficial. Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Borges, Salinas, Aleixandre, Cernuda, Hardy, Siles, Fonte, son algunos de los poetas cuyas obras se analizan con un criterio riguroso: el Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura, el pensamiento filosófico de Gustavo Bueno aplicado a la Literatura y recogido en la Crítica de la Razón Literaria. El Materialismo Filosófico como Teoría, Crítica y Dialéctica de la Literatura (2017); aunque en algunos capítulos se emplean conceptos e ideas propias de la pragmática del discurso literario.

La Filosofía de los poetas es una obra que condensa los procedimientos y conocimientos de todos los ámbitos de los estudios literarios: la Teoría de la Literatura, tratada bajo una vertiente divulgativa del Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura; la Crítica de la Literatura, compuesta por los numerosos análisis de los Materiales Literarios (autor, obra, transductor y lector), que se encuentran a lo largo de la obra; y la Literatura Comparada, ejecutada con un razonamiento comparativo en lo temático, ideológico y formal entre autores y obras de la Literatura universal.

A través de los diez capítulos que conforman la obra, asistimos a un ejercicio sublime de crítica literaria, donde las preguntas siempre obtienen respuesta. Cada una de las ideas desarrolladas por Maestro se desenvuelve pormenorizadamente, siempre realizando una explicación convincente tanto de los resultados del análisis como de los conceptos y métodos empleados. La filosofía de los poetas es una obra apta para todos los públicos, desde aquellos que se inician en el terreno de los estudios literarios, o que simplemente asisten con interés y curiosidad, hasta los miembros de la comunidad académica, que pueden encontrar en las exposiciones de Maestro una alternativa a las vanas y gremiales interpretaciones de las corrientes posmodernistas. En este último sentido, a lo largo de la obra, se citan numerosas publicaciones de estudios literarios de otros autores (Arlandis, Bousoño, Guillén…) para defender o rebatir sus planteamientos con respecto a las interpretaciones de las ideas objetivas en las obras literarias. En este aspecto, hay que tener muy en cuenta el gran número de obras filosóficas sobre las que se fundamenta el análisis de Maestro (Bueno, Plotino, Spinoza…). Una potente base teórica que sustenta y acredita las interpretaciones expuestas a lo largo de la obra. Sin embargo, también rechaza muchas otras por considerar que actúan como una falsa filosofía, que solo obedecen a intereses gremiales o autológicos, que son una suerte de retórica pseudofilosófica (Barthes, Freud, Lacan, Gadamer…).

A continuación, presentamos algunas de las interpretaciones que Maestro expone en la obra. Lógicamente, la síntesis de ideas tan complejas en una reseña puede no resultar satisfactoria para el lector, pero quizás sirva como pequeño adelanto, como descubrimiento a una nueva Teoría de la Literatura (el Materialismo filosofico), y, sobre todo, como acreditación de la profundidad, de la dedicación y el detalle con los que se ha escrito esta obra.

En Teresa (1924), un pequeño libro de poemas de Unamuno, la poesía aparece como una provocación de la Religión, rompe con el discurso de la metafísica normativa impuesta por las religiones, ficciones cerradas que impiden toda reflexión sobre sí misma y fuera de sus propios preceptos. Así, la creencia en un dios absoluto está muy presente en la obra literaria de Unamuno, que, por otra parte, trata de superar, sin un resultado plenamente satisfactorio, en Teresa. En este capítulo, Maestro expone, brevemente, la evolución de las religiones normativas (cristianismo, judaísmo, islam), y certifica que «la literatura sigue postulando un mundo de libertad fabuloso y metafísico» (pág. 18). La Literatura relega a las divinidades a una mera existencia operatoria dentro de las obras literarias: los dioses son recurrentes personajes que sobreviven a través de la escritura y cuyo grandioso poder queda reducido a una suerte de fantasía en la Literatura. A pesar de ser destinatarios del discurso literario, como en las muchas de las obras unamunianas, no dejan de ser parte lúdica de la ficción literaria.

Esta es la razón por la que, para Juan Ramón Jiménez, «Dios está azul». La metafísica pasa a ser un elemento retórico y creativo que el poeta tiene a su disposición. Por este motivo, en «Mañana de la cruz», Juan Ramón Jiménez realiza una reconstrucción «sofisticada» de la Idea de Dios. Maestro denomina sofisticada o reconstructivista a aquella Literatura que se compone de saberes «pre-racionales y críticos», un irracionalismo de diseño con un fin lúdico. Así, el «Dios que está azul» no es más que un desdoblamiento del yo, construido bajo una influencia simbolista y modernista, y acompañado del azul, atributo tan recurrente en la obra del poeta que señala la plenitud emocional: «El Dios de Juan Ramón Jiménez es una reducción formalista segundogenérica (M > M2), es decir, un puro psicologismo» (pág. 127). Adviértase en este punto que tanto la genealogía de la Literatura (compuesta por las cuatro familias literarias: Literatura primitiva, programática, crítica y sofistica, así como sus características), y la tríada que compone el Mi (la ontología especial del Materialismo Filosófico) son cuestiones cuyo conocimiento resulta fundamental para la interpretación de la literatura.

A propósito de Teresa, de Unamuno, Maestro señala la clasificación de los sujetos poéticos a través de los distintos tipos de enunciación en los diferentes poemas del libro, diferenciando así: sujeto heterotextual, que no se explicita en el discurso, «el árbol»; esencial, sujeto que se concibe como responsable, causante o paciente de lo enunciado; existencial, discurso existencialista cargado de subjetividad, entre otros expuestos, hasta un total de ocho tipos diferentes, en La filosofía de los poetas. Tiene un especial interés el sujeto lírico esencial, que es el que aparece en La voz a ti debida (1933) de Salinas. A través del diálogo (Rafael y Teresa en Teresa y el poeta y la mujer amada en La voz a ti debida) y el dialogismo se realiza una deconstrucción del yo autoral, puente entre estas dos obras poéticas. El desdoblamiento del yo autoral está muy presente en la creación lírica de Borges, para quien el concepto del «yo» es «una realidad proteica y existencial, procesual y especular» (pág.71) «Seré todos o nadie. Seré el otro / que sin saberlo soy, el que ha mirado» (La rosa profunda, 1975).

En Poesías (1907), también de Unamuno, figura el poema que comienza «Es de noche en mi estudio». En esta composición, los objetos que se describen son testigos dotados de humanidad, que observan al yo en su estado de incertidumbre ante la posibilidad de la muerte. Esta «semantización del objeto» está presente en la lírica de Borges («Las cosas»), donde los objetos son parte fundamental del «yo», que se encarga de dotarlos de sentido en su propia existencia. También en Pessoa, en la poesía de su heterónimo Alberto Caeiro (otro ejemplo del desdoblamiento del yo), en el poema «A espantosa realidade das cousas»; y en Hardy, en cuya poesía los objetos permanecen impávidos frente al dolor humano y son conservadores de los propios recuerdos que permiten toda recreación.

Otro de los poetas cuya obra se analiza es Vicente Aleixandre. En Sombra del paraíso (1944), el Amor, entendido como fuerza que mueve toda la materia, resulta de una síntesis entre la constante destrucción y el amor. Desde el Materialismo Filosófico, la poesía de Aleixandre se desenvuelve en el eje radial y circular del espacio antropológico, ejes que corresponden respectivamente a los planos de la naturaleza —con sus lazos intertextuales hacia la poesía de Hardy—, y lo humano. La deriva de la centralidad del eje radial al circular es progresiva en Aleixandre: en obras como Nacimiento último (1953), el protagonismo de lo humano sobre la naturaleza alcanza su plenitud.

Un Dios que no tiene ninguna presencia u operatividad en la poesía de Aleixandre es la figura protagonista y enunciadora en Desolación de la Quimera (1962) de Luis Cernuda. La Quimera, divinidad numinosa desmitificada y en un estado de descomposición, realiza una feroz crítica racional sobre la política, la ideología y la estética de la época. Estamos ante una obra que se sitúa entre la Literatura Crítica (racionalismo) y la Sofisticada (figura mítica).

Jaime Siles, Ramiro Fonte, Rilke, Novalis, son otros de los protagonistas de este libro, La filosofía de los poetas, desde el que se demuestra que, efectivamente, «la poesía es filosofía en verso».

Alejandro SOLLA ALONSO

Universidad de Vigo

 

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La filosofía de los poetas

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