Fallece Lilliam Moro en Miami

Lilliam Moro

(8 de marzo de 1946 -14 de marzo de 2020)

Pío E. Serrano

Lilliam Moro, querida amiga, autora y colaboradora de Verbum ha fallecido en Miami.  Después de una larga enfermedad que afrontó con entereza y dignidad conoce, al fin el descanso. El reposo de una existencia de padecimientos, del coraje que se alza ante la adversidad, de la infatigable entrega a la creación, de la resistencia a las  ideologías del sometimiento, de la constancia en la denuncia y la defensa de la libertad de su patria, y de su fervorosa entrega al amor.

En la década del 60 compartimos aula en la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana y páginas en la, condenada a permanecer inédita, aunque rescatada por Jesús Barquet en 2011, gracias a Reinaldo García Ramos, Segunda novísima de poesía cubana (1965), alentada por José Mario en Ediciones El Puente, de donde extraigo unos versos de su poema “Las imágenes rotas” en los  que adelanta esa mirada suya para expresar con rebeldía el  malestar existencial: “Los días / son compactos bloques de ideas / huidizas acciones / ademanes gastados que nos igualan / mientras nos despedazamos en el amor / rostros abiertos a la noche sola / nosotros igualados por tantos rostros / heredadas maldades, nobleza disecada / y el amor / común aspiración que  da al vacío / que va como la muerte a perpetuarse”. Sí, el recurrente ejercicio del amor que nunca la abandona.

Después, nos  reencontramos en el Madrid de la década del 70, donde Lilliam se entregaría, con la misma vocación de excelencia en todo lo que hacía, a la noble profesión de editora de libros. Así, colaboró con  Playor en la edición de La Enciclopedia de Cuba, dirigida por su buen amigo Vicente Báez, y donde publicó sus Poemas del 42, para  luego ocuparse durante casi una década a la edición de los Clásicos Castellanos de la editorial Castalia, hasta  que, al fin, marchó a Puerto Rico para llevar su buen hacer en Plaza Mayor, la editorial  que dirigía Patricia  Gutiérrez. Unos años antes de partir, prácticamente nos veíamos a diario, pues Lilliam vivía en una buhardilla, en  los altos de la casa donde vivíamos Edith Llerena y yo, en la calle León  3, desde donde me sometía  todos los sábados a la monótona letanía del sorteo de la lotería, de la que ella era devota seguidora. Muchas noches veraniegas engañábamos al tedio jugando al póquer. Así, hasta que cambió su residencia a la cercana Aranjuez.

Más tarde, ya en Miami, después de que Aurora y yo fundáramos Verbum, colaboró con nosotros, en particular en su colección de Poesía, dirigida por el poeta boliviano Pedro Shimose, al tiempo que recibía, también en Verbum, el premio literario por su desgarradora novela En la  boca del lobo.

Durante  sus años de Miami, Lilliam pudo conciliar la existencia  modesta del refugiado con los padecimientos de salud que la perseguían y, sobre todo, con  la calidez y entusiasta acogida de los escritores cubanos residentes en la ciudad, y, aún más, en 2017 recibe desde Salamanca el Premio  Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador”,  que  su organizador el poeta peruano Alfredo Pérez Alencart, entusiasmado por la excelencia del texto, hace traducir  algunos de sus poemas a quince idiomas y la vincula con numerosos críticos europeos. Una cosa es segura, Lilliam permanecerá entre las figuras mayores de la poesía cubana de todos los tiempos.

Nuestra comunicación, nuestra amistad, no cesó. Cuando ya se encontraba  muy grave, desde su casa, nos escribió a Aurora y a mí unas breves palabras de despedida. Unos días antes, Aurora, que nunca olvidó el día de su nacimiento, me recordaba cómo Lilliam  se vanagloriaba de haber nacido el “Día de la Mujer Trabajadora”.

Antes, en noviembre de 2018, a  petición suya, presenté para la Guggenheim Fellowship Competition una apretada evaluación  de su vida y de su obra, que copio a continuación.

Descanse en paz nuestra querida amiga.

 

GUGGENHEIM FELLOWSHIP COMPETITION

APPLICANT: LILLIAM MORO

REFERENCE LETTER REQUEST

BY PÍO E. SERRANO

 

 

Conocí a Lilliam Moro (1946) en la década del 60, mientras estudiábamos en la Esuela de Letras de la Universidad de La Habana. Desde  muy temprano, aquella frágil jovencita dio muestras de entenderse a sí misma únicamente a través de un diálogo íntimo y soberano con la realidad por opresiva y desgarradora que le resultara, o quizás por ello mismo. Su precoz mirada de poeta, sin embargo, huía del solipsismo y se mostraba dotada de una rara intuición –visión- no exenta de una gran capacidad de comunicación. Como Brodski, pudo escribir: “What keeps hearts from falseness in this flat region / is that there is nowhere to hide and plenty of room for vision. / Only sound needs echo and dreads its lack. / A glance is accustomed to no glance back”.

 

Así se pudo ver en sus primeros cuadernos, inéditos hasta fecha reciente, pero conocidos entre sus  amigos, los que ella, discreta siempre, llamaba “mis precoces pecados poéticos”: Las traspasadas voces (1963), Las imágenes rotas (1963-1964) y Palabras son palabras (1964-1965. Ya en 1965 su libro El extranjero ganó el  certamen poético en el que participaron  poetas de las Esuelas de Letras de las tres universidades nacionales, aunque permaneció inédito. Más que  extranjera, su poesía la delata marginal, esquinada en un malestar poco complaciente, que la distancia del generalizado ruido entusiasta que la acosa. Tampoco pudo ver publicados sus poemas seleccionados para la Segunda novísima de poesía cubana, en 1965, confiscada en la imprenta; un proyecto alentado por el grupo literario El Puente, integrado por jóvenes escritores independientes.

 

Tuvo que esperar al exilio–esa lejanía de la casa y de la patria-, ya afincada en España, para, paradójicamente, dejar de ser autora de una obra ya sustancial inédita y verse publicada, al fin, con La cara de la guerra, editado en Madrid en  1972. Una colección de poemas desarraigados y desgarradores, nada complaciente en la nostalgia, bautismo del despojamiento que todo exilio promete.

 

Años  más tarde -su producción se gesta en un lento proceso de reflexión-, en 1982 dio a conocer Poemas del 42, donde ya comienza a perfilarse en su escritura el desbordamiento  de sus visiones y, sin abandonar su memoria, su mirada se torna más universal en el registro de lo aparentemente trivial e inmediato, pero dotado de conmovida humanidad. Su  lenguaje siempre comunicativo, despojado de tentaciones herméticas, sin embargo elabora un discurso, según su prologuista, “más reflexivo, intemporal y perdurable” [Reinaldo García Ramos].

 

Veintitantos años después, Lilliam Moro entrega un nuevo poemario, Cuaderno de La Habana (2005). También un volumen, no pequeño, sino breve; trabajado con el empeño y la serenidad del fabbro del que nos hablaba Pound. Sin atender a urgencias externas ni a falsas autocomplacencias, se toma el tiempo necesario para dejar reposar su palabra y entregárnosla únicamente cuando ella entiende que ha terminado su tarea. En este libro de madurez se descubre una mayor hondura en la expresión de esa melancolía leve en la que el sentimiento, como es habitual en la autora, queda discretamente soterrado, ajeno de la fácil retórica; en esa recuperación de la memoria, íntima y pudorosa, que restablece con lucidez espacios, territorios, nombres imantados a lo más esencial cubano. Asoman a estos versos, junto a aquella ternura de la compasión a la que se refería Flaubert, una callada furia, que es resistencia al desgaste que la historia impone a la ciudad, el repertorio de los restos de una felicidad perdida. Este libro es un acto de amor y revela la eficacia única de la poesía cuando se trata de lavar la memoria con amor.

 

2013 fue el año de la, merecida y postergada, recuperación integral de la obra de Lilliam Moro hasta la fecha. Con la publicación de Obra poética casi completa (1963-2013) se pudo disponer en un volumen los seis libros  aquí registrados, más una selección inédita de su  poesía anterior. El volumen se completaba con un nuevo poemario, Tabla de salvación (2006-2013), publicado posteriormente en 2018, en el que, en palabras del prologuista, Lilliam Moro alcanza “su más alto grado de lucidez, intimismo existencial, pulcritud de estilo, condensación conceptual y meditativa”[Carlos Espinosa Domínguez].

 

En 2017 Lilliam Moro recibió en Salamanca su primer reconocimiento internacional al resultar ganadora del Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández  Labrador”, por su libro Contracorriente, circunstancia que hizo posible que su poema “En memoria de  ellos” fuera traducido a quince idiomas y que fuera publicado el  mismo año en un volumen homenaje. En el mismo año publica El silencio y la furia y en 2018 Viaje  hacia el horror.

 

Su obra poética, así como su extensa labor como crítico literario y ensayística, ha aparecido en publicaciones periódicas de Estados Unidos, España, Argentina, Chile, Venezuela, Cuba…

 

Así, la lenta y progresiva escritura de Lilliam Moro se ha ido abriendo hacia un diálogo con la realidad, rebelde y comprometido, más allá de la poesía social o de la poesía cívica, para ahondar en el oscuro corazón del hombre. Como Anna Ajmátova, “enemiga del pueblo” en su país natal, sustenta su escritura en la integridad inamovible de su ética, en su resistencia a las ideologías del sometimiento, frente al ocultamiento de las verdades últimas, al cinismo y a la vulgaridad.

 

Lilliam Moro es también autora de una estremecedora novela, En la boca del lobo (Premio de Novela “Villanueva del Pardillo”, Verbum, Madrid, 2014), texto de estudio en varias universidades españolas, donde relata los padecimientos de un reducido grupo de ‘balseros’, desorientados en la oscuridad mar mientras intentan llegar a la costa de  la Florida. El relato se articula en el flujo de conciencia de los fugitivos que, como en el momento de la muerte, recuperan la memoria de su existencia.

 

Por todo lo expuesto, considero que Lilliam Moro reúne los méritos para recibir la beca  que este año concede la Guggenheim Memorial Fellowship, en la certeza de que esta selección honrará el amplio historial de esta institución.

 

Sus libros en Verbum:

Su perfil:

https://editorialverbum.es/team/moro-lilliam