Entrevista a Miryam Rodríguez-Izquierdo 

Andrés Gónzalez Barba, periodista del ABC de Sevilla, entrevista  Miryam Rodríguez-Izquierdo, autora de la novela «La herencia de Cecilia Escobar».

Miryam Rodríguez-Izquierdo (Sevilla, 1973), licenciada en periodismo y Derecho y profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, logra con su primera novela, «La herencia de Cecilia Escobar» (Verbum), introducir al lector en una trama envolvente que se desarrolla en un pueblo imaginario de la Campiña sevillana en los años sesenta. Más allá de las circunstancias vitales que afectan a personajes como la propia Cecilia o a su esposo, Feliciano Bermejo, subyace un pasado que influirá decisivamente en esta historia que narra las vicisitudes de una saga familiar. A partir del suceso de la herencia, todo cambiará en esa localidad de provincias, precipitándose los acontecimientos.

―¿Cómo surgió la idea de situar esta novela en un pueblo imaginario de la Campiña sevillana?

―Las ubicaciones imaginarias, y sugeridas en entornos reales, constituyen una constante en la novelística universal que siempre me ha seducido. Al aislarlos, dan una textura singular a los personajes. Ese era un efecto narrativo que yo quería lograr. La Campiña sevillana me ofrecía los escenarios que necesitaba, con sus villas ilustres, desde las que se vislumbran hectáreas de olivar, y sus particulares ritos de convivencia.

―En la novela se palpa un pasado que afecta a los protagonistas de esta historia y que se esconde debajo de sus vidas más cotidianas. ¿En qué manera eso influye en los personajes?

―La manera en la que el pasado familiar condiciona la existencia de las distintas generaciones es uno de los hilos centrales de la novela. Cada uno de los personajes se sitúa de una manera distinta frente a esa realidad: unos intentan entenderla, otros ocultarla, aceptarla, redimirla… Varios son cautivos de ella y la ciudad entera actúa como un eco silente, que impide su olvido.

―El personaje de Cecilia simboliza ese deseo de superación de la dependencia hacia el hombre, en este caso su marido, Feliciano, ¿no es cierto?

―Exacto. Cecilia es un personaje que me costó muchísimo construir. No está dispuesta a aceptar ninguna tutela, pero sabe que, en la sociedad y época en la que vive, la España de los sesenta, hay códigos, límites que debe respetar, precisamente para salvaguardar su libertad de elección y su peculiar conciencia.

Vuelta a lo rural

―¿«La herencia de Cecilia Escobar» podría enmarcarse dentro de esa corriente literaria de autores que han apostado en los últimos años por historias que se desarrollan en un entorno rural, como hizo, por ejemplo, Jesús Carrasco con «Intemperie», o no tiene nada que ver con dicha «moda»?

―«Intemperie» es una obra muy importante que, entre otras muchas cosas, ha recuperado los escenarios rurales para la novela de nuestro tiempo. Encuentro que hay desarrollos narrativos, o experiencias, a las que un escritor no puede acceder desde un contexto urbano. En ese sentido sí puede haber un término de comparación con «La herencia de Cecilia Escobar», siendo dos obras muy distintas. Quizás las escribimos casi al mismo tiempo, Jesús Carrasco y yo.

―Esta es su primera novela, pero sé de su afición desde hace años a la escritura. ¿Por qué decidió dar el salto de los cuentos infantiles y de los relatos a la novela?

―Porque quería contar cosas para las que esos géneros no me servían. De hecho, «La herencia» iba a ser un relato sobre la lealtad y la duda, pero tuve que deshacerlo, recoger a los personajes y ponerme a escribir todo lo que había detrás de esas dos intuiciones. No fue un salto del todo consciente y supuso mucho trabajo.

―¿Qué autor o autores de cabecera le han influido a la hora de escribir esta novela?

―Muchísimos. Se trata de una gran mezcla que incluye, sin agotarse: clásicos del costumbrismo y del realismo decimonónico español, como Valera, Pereda, los sevillanos Álvarez Quintero o el zamorano Clarín; autores del realismo mágico hispanoamericano, Rulfo y García Márquez; de la mejor novela cómica reciente, Vargas Llosa y Eduardo Mendoza; retratistas y caricaturistas de personajes, los anglosajones, Jane Austen, Dickens o, un coetáneo, McEwan; del relato gótico están Isak Dinensen y Bécquer; de la España rural del siglo XX, Cela, Delibes y, en su final, una lectura de Luis Landero. Hay un elemento lorquiano en dos de los personajes, de su teatro, y también está el cine, con algo de Almodóvar, algo de Trueba, algo de Berlanga…

―¿Cómo está siendo la respuesta de los lectores con esta novela?

―Estupenda. Me ha sorprendido cómo está circulando y la cantidad de veces que la han repuesto en librerías. Muchos me cuentan que se la leyeron de un tirón, sin poder dejarla. Es emocionante comprobar cómo cada lector se apropia de elementos particulares de la historia, de características de los personajes o cómo descubren cosas que tú pusiste ahí, casi sin saberlo, y ellos encontraron.

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―¿En qué medida le ha influido su formación como periodista a la hora de afrontar el oficio de la escritura?

Mis estudios de periodismo me ayudaron a conocer mejor las herramientas esenciales del oficio: el lenguaje escrito, sus técnicas y la riqueza expresiva del español. También me enseñaron algo que siempre intento tener presente y es que un texto, el que sea, tiene sus destinatarios. Los oyentes y los lectores son parte del proceso comunicativo. Sin ellos no hay ni periodismo ni narrativa. Quizás la poesía se mueva en otro margen.

―USted trabaja como profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla. ¿El Derecho y los ambientes de tribunales podrían dar pie en un futuro a una obra inspirada en estos temas?

―Por ahora no me lo he planteado. Mi trabajo en la Universidad está muy especializado en aspectos técnicos del Derecho, principios normativos e interpretación jurídica, muy interesantes, pero sin ningún romanticismo. La narrativa y el ámbito académico, por el momento, son para mí esferas tan separadas que no se me ocurre cómo podrían converger.

―¿Qué está preparando para el futuro, una nueva novela o tiene pensado volver a los relatos?

―Terminé hace poco un relato sobre Luxemburgo, ciudad en la que estuve durante una estancia, y ahora tengo dos proyectos en borrador. Uno es un libro de aventuras, una ficción renacentista inspirada en obras de Dinensen y Ana María Matute. El otro se trata de una novela cómica, que trancurre en la Sevilla de nuestros días, con muchos guiños al cine y a la televisión.

Puedes leer el articulo original aquí:

http://sevilla.abc.es/cultura/libros/sevi-miryam-rodriguez-izquierdo-salto-novela-no-todo-consciente-y-supuso-mucho-trabajo-201705100031_noticia.HTML

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