En Colinas, la experiencia de vivir y la de escribir es un mismo proceso

Esther Peñas entrevista para el diario digital «Solidaridaddigital» a Alfredo Rodríguez, que ha recogido en  el reciente libro «La plenitud Consciente» las entrevistas que, a lo largo de los años, le han hecho al leonés Antonio Colinas.

Colinas

Antonio Colinas (La Bañeza, 1946) es un poeta centrífugo, se repliega, su discurrir es vehemente para soterrado, más próximo a un Valente que a un Darío, por ejemplo. En 1982 el Premio Nacional de Literatura vino a refrendar una obra que tiene que ver con Leopardi, también con Quasimodo, pero él. Colinas. Ahora otro poeta, Alfredo Rodríguez (Pamplona, 1969) recoge en un volumen las entrevistas que, a lo largo de los años, le han hecho al leonés, incluyendo como coda una propia: La plenitud consciente (Verbum).

¿Por qué Colinas?

Bueno, porque llevo media vida leyendo y gozando su obra, que es sin duda una de las más grandes que ha dado la poesía en este país, y que precisamente leerla hoy es más necesario que nunca —dada la deriva infumable de la poesía actual— para sentir lo que es la poesía verdadera. En su obra hay algo como de otro tiempo. Algo que permanecerá.

Comentas en el prólogo que lo que más te llamó la atención fue el sosiego de su conversación. ¿Por qué nos cuesta tanto disponer de él, de ese sosiego?

Sí, cuando le conocí hace once años fue así. Eso me fascinó de verdad. Esa tranquilidad que irradiaba su persona, su voz, sus palabras calmadas, su conversación relajada. Era justo lo que necesitaba en ese momento —bueno, y lo que sigo necesitando. Leyendo su poesía también lo había experimentado muchas veces, esa sensación de calma, de sosiego; y al poder hablar por fin con él en persona vi que su conversación transmitía eso mismo, es decir, que hablaba como escribía, o escribía como hablaba. En cualquier caso percibí que la poesía habitaba en él sin trampa ni cartón. ¿Por qué nos cuesta tanto disponer de sosiego? Está claro: la vida abrumadora que llevamos hoy no lo facilita en absoluto.

De entre tantas y frondosas respuestas, ¿con qué enseñanza de Colinas te quedas?

Bueno, hay muchas cosas en este libro. Son casi cuatrocientas páginas de dicha, de sabiduría desplegada. Es apabullante. Quizá la visión de la poesía como un mensaje atemporal, a contracorriente, la revelación de esa segunda realidad, velada a la simple vista, que supone el poema verdadero. Eso que mucha gente aún no ha comprendido.

¿Cómo caracterizarías su poesía?

Como una poesía que, en su mayor parte, desvela una realidad de sentido trascendente.

¿Cómo fueron estas conversaciones (¿en un jardín, una casa, caminando?), ¿qué bebíais mientras charlabais? ¿Al atardecer, por la mañana?

No, el grueso fundamental del libro son entrevistas y conversaciones que le han hecho muchas otras personas (periodistas y escritores) durante más de veinte años, que estaban recogidas y diseminadas en diferentes soportes (libros, prensa, radio, televisión, internet…) y que yo me he limitado a recopilar cronológicamente. Creo que era algo necesario, un libro así, en su bibliografía, para comprender mejor su obra. Sólo que al final del libro, y un poco para completarlo, le someto a un largo cuestionario (pero siento decepcionarte: fue por correo electrónico) que surgió en mí a raíz de la lectura de sus emocionantes Memorias del estanque.

‘La plenitud consciente’, titulas. ¿Cuánto de consciencia ha de tener la poesía?

Bueno, ese título, ‘La plenitud consciente’, sale de unas palabras del propio Antonio Colinas, que aparecen en una de las entrevistas recogidas en el libro, cuando dice que para él la experiencia de vivir y la experiencia de escribir es un mismo proceso; que escribimos para buscar la plenitud, para realizarnos, para ser conscientes. Según él, en su caso para escribir lo que necesita es un estado de áni¬mo especial, de plenitud; y de ningún modo concibe escribir desde el desequilibrio o el desasosiego, aunque reconoce que éstos pueden ser factores que a veces lleven a esa plenitud. Creo que sus palabras sabias responden a tu pregunta sobre esa consciencia tan necesaria en poesía.

Para que un poema sea pleno, ¿qué requiere?

Pues permíteme que te conteste también siguiendo las enseñanzas colinianas: emoción, intensidad y pureza formal, a partes iguales. Esa sería la “receta” perfecta. Y, además, algo muy importante: que pensamiento y sentimiento logren confluir en el poema. Y es que, según Colinas, el poeta suele seguir un viaje en sus textos que va del sentimiento al pensamiento, de la emoción a la reflexión, de forma que, al final de ese viaje, el poema ideal es aquel en el cual el poeta siente y razona en igual medida.

¿Qué tienen en común y qué diferencia a Antonio Colinas de José María Álvarez, sobre quien también has publicado un libro de entrevistas?

Tienen en común el haber sabido fundir, como casi nadie, poesía y vida —cultura y vida— a lo largo de toda su trayectoria profesional. Esa entrega total y absoluta de sus vidas al fuego inolvidable de la literatura. Eso es un hecho evidente y quedará ahí para siempre. En cuanto a las diferencias entre ambos… son muchas, no sabría por dónde empezar, pero bueno, hay una muy clara: Álvarez nos acerca muchas veces en su obra y en su mundo a un lado, digamos, más canalla de la vida, donde está presente por encima de todo el deseo de los cuerpos, e incluso, a veces, los amores venales. En el otro extremo de la vida, Colinas sigue una línea más de fusión astral con la naturaleza, entendida esta como un espacio objetivo donde el ser humano aún puede sentir y pensar con objetividad, sin interferencias de otros mensajes, como él dice. Además entiende la poesía como una especie de estado de ánimo en plenitud que llega un día y ya no nos abandona.

¿Habrá un tercer conversador en un futuro? ¿Quién te gustaría que fuera?

Pues me hubiera encantado un libro de conversaciones con Salvador Pániker, pero desgraciadamente ya no será posible. No he llegado por poco, pues, como sabes, nos dejó hace apenas un par de años. Era un genio absoluto, una mente preclara. Es quizá quien más me ha influido —sobre todo a mi poesía— en los últimos años. Ahora he podido contactar con su hijo Agustín y tengo en mente preparar una antología que recoja sus mejores textos. Pero bueno, ahí está Vicente Gallego, si tuviera que elegir a alguien a quien hacer una larga entrevista que ocupara todo un libro me quedaría con él, seguro. Es un personaje fascinante.

La reseña original:

http://www.solidaridaddigital.es/noticias/cultura/en-colinas-la-experiencia-de-vivir-y-la-de-escribir-es-un-mismo-proceso

 

El libro:

 

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