De todas sus ocupaciones literarias, que fueron tan variadas como felices, el cubano Virgilio Piñera (1912-1979) se autoproclamó fundamentalmente “teatral”. Cabría afirmar que el soberbio cuentista, el acerado articulista, el ensayista lúcido, el precursor de la antipoesía, el osado novelista, el atrevido traductor y el conferenciante transgresor quedaron subsumidos por su única autodefinida condición de teatral. El teatro no sólo fue una afición constante a lo largo de toda su vida, sino que permeó buena parte de su personalidad y le indujo a concebir algunos de los personajes más populares y permanentes de la escena teatral cubana del siglo XX: Electra Garrigó, Jesús, Tota y Tabo, Luz Marina…, personajes atravesados por una grandeza en su condición de criatura escénica tan vívida y reconocible que cuesta trabajo imaginar el teatro cubano contemporáneo sin la presencia de Virgilio Piñera.