Ciertamente, quien describa en el futuro el devenir de la poesía hebrea no podrá ignorar la rara y compleja riqueza, la con­sabida excelencia de la cultura israelí del aquí y el ahora proceden­tes del mundo asociativo y de una experimentación multisectorial culta desde donde nos observa la poesía de Kaynar, que de estos términos se nutre. Con su personalidad, sus actuaciones y su inspiración, Kay­nar ha sabido hacerlas confluir en una obra vibrante, llena de contradicciones, inteligencia, conocimiento de la cultura centro- europea y con una amplia formación intelectual implantada en la actitud humanitaria, a la manera que Goethe diría “nada de lo humano me es ajeno”, unido al patrimonio judío de madurez espiri­tual y emocional. La poesía de Gad Kaynar es muy sabia. Y como toda poesía de calidad, requiere de una entrega total a la corriente interior, a fluir hasta la sima, de manera que atormente el corazón frente a la incertidumbre de la existencia. Su obra conmueve la fibra más íntima de todo lector que busque poesía verídica.