Baltasar Gracián (1601-1658) nace en Belmonte (Zaragoza) e ingresa muy joven en la Compañía de Jesús. Actúa como profesor en Huesca y después se traslada a Valencia, donde se gana una reprensión por anunciar desde el púlpito –extremando los procedimientos de la oratoria barroca– que leerá una carta enviada del infierno. Luego se le ve actuar heroicamente como capellán en el sitio de Lérida. Gracián recordará siempre este hecho y el título de “padre de la Victoria”, con el que le distinguieron los soldados. Los últimos años de su vida serán de infortunio, ya que la publicación de su obra cumbre, sin contar con el permiso de sus superiores, le vale duras sanciones: reprensión pública, ayuno a pan y agua, destitución de su cátedra de Zaragoza y destierro a Graus. La severidad de tales castigos le impulsa a solicitar el ingreso en otra orden, pero no lo consigue y muere al poco tiempo en Tarazona.