Manuel de la Cruz y Fernández fue un periodista, escritor y crítico literario cubano.

Nació el 17 de septiembre de 1861 en La Habana y realizó sus primeros estudios en el colegio San Anacleto, el mismo donde años antes había estudiado José Martí. Sus padres abogaban por la independencia de Cuba, lo cual influyó fuertemente en su formación. Cuando se produjo el alzamiento en Demajagua, de Carlos Manuel de Céspedes y las tropas mambisas liberaron la ciudad de Bayamo y el pueblo entonó por primera vez “La Bayamesa” de Perucho Figueredo, Manuel de la Cruz era un niño. Sin embargo, en el año 1880, Manuel de la Cruz conoció al teniente coronel Francisco Lufriú, veterano de la Guerra de los Diez Años (1868-1878), quien le narraba anécdotas memorables de la contienda. En esas circunstancias, el joven De la Cruz alcanzó una clara idea, casi vívida, de la primera lucha por la emancipación de la Isla. Entre los años 1883 y 1884 viajó a Francia y España. Se estableció en Barcelona, donde enriqueció su formación literaria y cultural de manera autodidacta. Desde tierras españolas enviaba colaboraciones a publicaciones cubanas como La Habana Elegante y también comenzó a colaborar en la Revista Habanera, una importante publicación de Barcelona. Esta colaboración se mantuvo aún después de su regreso a Cuba. Al retornar a La Habana mantuvo una labor periodística, colaborando constantemente en La Ilustración Cubana (1885), de Barcelona, y El Cubano (1887). En el año 1889 comenzó a laborar como corresponsal del diario La Nación, de Buenos Aires, Argentina, al cual remitía trabajos de crítica literaria. Desde su corresponsalía promocionó en el extranjero la obra de las más destacadas personalidades cubanas. Fue reportero del rotativo argentino hasta su muerte. Por esa época fue redactor de El Fígaro y Revista Cubana, y escribió además para El PaísEl Almendares y El Porvenir.

En 1892 publicó su obra más acabada: Episodios de la revolución cubana, que resultó muy elogiada y que ayudó a levantar los ánimos libertarios en Cuba y en el exilio. Falleció repentinamente en Nueva York, el 19 de febrero de 1896, a los 34 años de edad. La primera edición de Episodios de la Revolución Cubana coincidió con el periodo preparatorio de la nueva Guerra de Independencia de 1895. José Martí, al leer el ejemplar que le remitió el autor, le escribió: “¡Hay veces en que se desea besar el libro!”

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