Entrevista a la autora de «Yo, corrupto», Daría Rolland Pérez

Ana Patricia Santaella entrevista para el Magazine «La Luz Cultural» a la escritora y traductora Daría Rolland Pérez por la publicación de su libro «Yo, corrupto»

 

A.P- Nos gusta romper el hielo en las entrevistas, en la fase inicial preguntando por la infancia. ¿qué recuerdos imborrables guarda de ella?

Daría Rolland Pérez
Daría Rolland Pérez

Mis estancias en el Valle del Tiétar, en la finca de mis abuelos atravesada por un río serrano de aguas cristalinas en donde he pasado horas y horas cazando libélulas y observando el fluir de las aguas. He contado todo esto en mi poemario “Las fuentes del ensueño”. Esta estrofa de un poema titulado “La libélula” evoca esa vida que ya era un poco contemplativa a pesar de mi niñez.

 

 

En  precario equilibrio

sobre la húmeda piedra

contemplabas extática

las azules vidrieras

de sus alas abiertas.

 A.P- Por situarnos un poco, ha realizado misiones culturales junto a su esposo, Jean-Claude. ¿podría resumirlas?

Bueno, hemos viajado mucho por encargo de Asuntos Exteriores y siempre con misiones culturales o pedagógicas. Ha sido muy iniciático y nos ha llenado de experiencias y recuerdos, casi todos positivos. Vivir inmerso en el país no tiene nada que ver con ir al país como turista. Tenemos amigos entrañables que son egipcios, chinos, o valencianos. Ha sido tremendamente enriquecedor y creo, sin engreimiento, que hemos sido bastante eficaces. Por ejemplo en Valencia dimos a conocer el Instituto Francés a los poetas valencianos y también tradujimos a muchos de éstos.

También tengo una estrofa de mi libro “El esposo francés” que expresa bien mi sentimiento respecto a todos esos viajes y experiencias:

Me has llevado hacia lejos

en pos del pan arcaico

el onix y el secreto

de la distancia.

El ser ha recaudado

impalpables tesoros

con los que vence al tiempo.

 A.P- Recientemente ha publicado la novela” Yo, corrupto”, fruto, en parte, del hastío que le provoca la práctica de la corrupción y de las prebendas malsanas que la acompañan. ¿piensa que puede extirparse de raíz?

Daría Rolland Pérez

No, rotundamente no. El hombre es lo que es y la codicia estará siempre ahí. Incluso en los países más avanzados, en las grandes democracias hay corrupción. Pero la educación y los mecanismos de control pueden mucho y no hay que perder la esperanza de verla disminuir para que no resulte tan sumamente escandalosa.

A.P- ¿Podemos prepararnos éticamente para combatirla?

Sí. Como ya he dicho antes creo en la educación. En España, por ejemplo, la desmesura de la corrupción indica claramente un fallo de la educación. Debemos reconocer también que la mayor parte de los corruptos conocidos han sido alumnos de las escuelas privadas, casi siempre confesionales. La inmoralidad de esta gente indica bien que la moral católica no es suficiente. Tenemos que reconocer que los países del Sur, de tradición católica, son mucho más corruptos. No saco ninguna conclusión pero, en lo que a mí concierne, creo más en la escuela pública y laica y en las clases de filosofía y de educación cívica obligatorias. Un poco como en el sistema educativo francés. Una cosa es la moral católica y otra la ética.

A.P- ¿Qué secuelas y traumas sociales y  económicos se derivan de este mal endémico?

Lo primero claro está, el daño a las arcas públicas que luego no pueden gastar en lo que hay que gastar: escuelas, hospitales, etc. Lo segundo, el desconsuelo general ante la inmoralidad de gente en la que se creía. Por último, el contagio, pues si falta ejemplaridad, el pueblo también se corrompe. Recordemos el capítulo del Lazarillo de Tormes, cuando el niño se da cuenta de que el ciego, que debía ser su maestro, rompe el pacto y en vez de comer las uvas una por una las come de dos en dos, y entonces él Lazaro, empieza a darse prisa y a comerlas de tres en tres, de cuatro en cuatro y “como podía las comía” es decir, empieza el desenfreno.

A.P- Háblenos del hispanista francés Bartolomé Benassar, responsable directo o tangencial de su novela.

Tenía al personaje de mi novela, sacado de la realidad social actual, en mente, cuando recordé que hacía algunos años había leído “El hombre español” de Bartolomé Benassar y me di cuenta de que mi personaje correspondía casi perfectamente al perfil de algunos de los hombres descritos por Benassar en su extraordinario libro. Hombres de diversos orígenes que se encumbraron gracias a su inteligencia pero que no supieron moderarse y se enriquecieron de forma casi obscena. Siendo luego su caída tan estrepitosa como fulgurante había sido su encumbramiento. Tenemos por lo tanto que recurrir en estos casos de los que habla Benassar y también en el caso de muchos corruptos actuales y en el de mi libro a un refrán digno de Sancho y decir que “La codicia rompe el saco”.

A.P- Volviendo al libro nuevamente. ¿es criticable el sistema carcelario actual?

Sí. Ha habido, en Europa por lo menos, enormes progresos, pero las cárceles siguen siendo malas o muy malas. Antes de escribir mi libro me documenté mucho y leí un informe de un joven médico anarquista que no quería dar su nombre por temor a las represalias, que me informó y estremeció. Definía a las cárceles como lugares de destrucción y para nada como lugares de reinserción. El juez Ruz, al que admiro, fue en su juventud un hombre muy comprometido con la condición carcelaria, pocos lo saben. Hay como él, cristianos profundos e intensos, o gente de izquierdas profunda e intensa que hacen una labor extraordinaria, pero no es bastante, nunca será bastante porque, como digo en mi libro “Allí adentro hay mucha gente destrozada”

A.P- ¿Cómo ha sido la acogida del libro, cómo lo fue fraguando?

Daría Rolland Pérez

El libro ha tenido buena acogida y muy buenas críticas. El poeta Rafael Soler ha dicho de él que era “una novela espléndida”. Y me han llegado a escribir lectores entusiastas. Pero no ha sido un éxito de ventas en parte por las dificultades de distribución. Y aunque se puede comprar por Internet, no ha encontrado su mercado que, en caso de haber sido publicado en una gran editorial hubiera sido importante.

A.P- Ha traducido junto a su esposo a poetas españoles contemporáneos. ¿Es difícil traducir a otra lengua un texto poético?

Sí, extremadamente difícil pero no imposible. Es una tarea muy bella y cuando hay logros, muy, muy gratificante y enriquecedora. Además es un privilegio estar en contacto con los “Altos ruiseñores” como definía Borges a los grandes poetas.

A.P- ¿Desea añadir algo antes de dar por terminada esta entrevista?

Dar las gracias por esta entrevista tan inteligente y excusarme si hay defectos o lagunas en mis respuestas. Un saludo a la bella Córdoba, una de nuestras ciudades preferidas.

 EXTRACTO DE LA NOVELA

Con Vida y gracias a ella, logré introducirme en las altas esferas, en un mundo con el que ni siquiera había soñado y que sólo había visto en el cine o en las revistas. Ella lo sabía, ese había sido nuestro pacto. Yo el dinero, ella lo social. ¡Cómo me impresionaba su manera de moverse en los campos de golf, en las fiestas, en la hípica! Todos la conocían y a todos conocía. Cotizada, adulada, hermosísima. Yo la seguía al principio con cierta timidez, algo de torpeza, un sentimiento de ilegitimidad, pero ella se reía, se reía. “¡Qué tonto eres! Todos han sido alguna vez nuevos ricos, y si conocieras sus negocios, sus vicios, sus corruptelas… peores que las tuyas, porque, además, se las dan de respetables. No seas imbécil, hombre, no seas imbécil” y se reía. De todos y de todo se reía. De este o de aquel, siempre tenía algo que contarme. Algo sucio, algo glauco y me lo contaba riéndose, inmisericorde y despótica. Sin su repelente comportamiento, sin esa especie de cínica postura, sin esa risa cruel que me fascinaba, creo que no hubiera enloquecido de codicia como enloquecí, pero la amaba demasiado, quería deslumbrarla y vengarme así de sus continuas humillaciones. Por eso, poco a poco, tanto ella como yo llegamos a no pensar más que en el dinero y a gastar a manos llenas pues, al contrario de Adela, ahorradora compulsiva, Vida era generosa hasta la prodigalidad. El dinero le quemaba las manos y su afán de gozar con avidez de todos los privilegios que él nos proporcionaba era desaforado. Además nuestra pasión era estimulada, alentada, jaleada casi, tanto por el Alcalde, como por el Asesor. Encantados que, gracias a la Rosy, la ciudad ganara en prestigio y en atractivo para la farándula, nacional e internacional. Y que, ayudado por ella, yo cumpliera cada vez mejor los servicios que me encomendaban… Me di cuenta que cuando Vida aparecía en las fiestas, rubia, delicada, sensual, con esa rara distinción de la niña mimada, con esa mirada magnética y misteriosa de gato en reposo, hasta ellos enrojecían de lujuria. (Yo, corrupto, pp. 38-39).

 

 

La entrevista original:

http://www.luzcultural.com/?p=5677

El libro:

 

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